Resistencia al cambio:
Los hábitos adquiridos están arraigados, modificarlos necesita paciencia y perseverancia, que no significa sacrificio.
Falta de motivación:
Mantener la motivación a largo plazo puede ser complicado, especialmente si se pretenden erróneamente resultados inmediatos.
Falta de apoyo:
No contar con el apoyo de amigos, familiares y personas cercanas, puede hacer que el proceso sea más difícil.
Desconocimiento y falsas creencias:
No saber interpretar e implementar bien los cambios puede llevar a la frustración y al abandono.
Disponibilidad y accesibilidad:
Encontrar los alimentos adecuados o tener tiempo para preparar y saber organizar y planificar comidas saludables puede ser un reto.
Coste comparativo:
Cambiar a una Dieta más Saludable a menudo se percibe más caro, debido a la calidad nutricional de los alimentos propuestos, sin embargo esto no es cierto.
Tentaciones y antojos:
Resistir las tentaciones de alimentos poco saludables puede ser complicado, sobre todo en situaciones sociales o períodos emocionales difíciles.
Estrés y emociones:
El estrés y otras emociones pueden desencadenar hábitos alimenticios poco saludables.
Adaptación fisiológica:
El cuerpo puede necesitar tiempo para adaptarse a nuevos alimentos, lo que puede provocar molestias imprevistas: Cambios de humor, digestivos o de energía.
Expectativas irreales:
Esperar cambios rápidos y llamativos puede llevar a desilusión y abandono del nuevo hábito.
Superar estas dificultades requiere tiempo, paciencia y, a menudo, un enfoque gradual. Cómo Dietista y profesional de la Salud estoy aquí para serte útil y ofrecerte el apoyo necesario en tu saludable transformación